El gobierno estatal no ha dimensionado el daño a la biodiversidad, señala el maestro Jorge Rocha
MELINA GIL
La intervención urbana en la Loma de Santa María podría generar un desastre similar al acontecido en el municipio de Angangueo. Ante el riesgo, aunado a una serie de razonamientos ambientales, económicos y éticos, una representación de más de 200 académicos y científicos de instituciones de nivel superior exigieron la suspensión del proyecto vial denominado “Prolongación Avenida Amalia Solórzano”. En el mismo sentido, y dado que la vialidad depende de esto, se reiteró la demanda de abrogar el decreto del 31 de diciembre de 2009 donde se rebaja el estatus de la Loma de Área Natural Protegida a Zona de Restauración y Protección Ambiental y se restan 60 hectáreas de su polígono original.
De la demanda, señalaron, también tomará cartas la Academia Mexicana de Ciencias, e incluso se pretenden elevar el debate a nivel internacional aprovechando que en noviembre de este año México será la sede de la Conferencia de Cambio Climático 2010.
Antes de que el cerro se nos venga encima
Según explicaron los investigadores del Centro de Investigaciones en Ecosistemas (CIEco) UNAM, campus Morelia, Patricia Ávila y Juan Manuel Lobato, las condiciones de la loma no permiten perturbaciones de tipo humano, principalmente por la falla geológica del sur de la ciudad. “Además de este factor, investigaciones geológicas demuestran que en la zona hay inestabilidad de taludes. Un temblor de siete grados y la loma se viene para abajo, hasta después de avenida Camelinas. Antes que todo se debe prever la sustentabilidad para la ciudad, antes de que el cerro se nos venga encima”.
“Otro factor es la inestabilidad de las lluvias, que requiere de la vegetación para retener la velocidad del agua en la parte baja de la cuenca; es decir, en la ciudad”, expuso Patricia Ávila.
Sobre el punto, Juan Lobato explicó que el detrimento de las comunidades arbóreas, fue precisamente lo que ocasionó el desastre en Angangueo. “Hubo una reducción en la cubierta vegetal, lo que hace la vegetación es que retiene toda la tierra, entre las raíces de los árboles y las plantas se crea un masa y difícilmente ésta puede fluir. Esta capacidad se perdió por la tala”.
Ahondando en la analogía de condiciones, David Barkin, de la Universidad Autónoma Metropolitana, manifestó que desde 1966 se había advertido por parte de investigadores sobre el riesgo de que el municipio quedara sepultado por la tala. En 1979 se vaticinó también el desastre que 20 años después ocurriría en Tabasco, ante el irrespeto a las condiciones del río Grijalva. “Pero en ninguno de los casos se prestó atención”, reprochó.
“En la Loma de Santa María no se pueden crear mecanismos de amortiguamiento ecológico. Además por la pendiente, la vialidad que se pretende se va a convertir en un nuevo lecho de río, pero sin alternativas de control en términos de velocidad del agua, o de desbordamiento”.
Explicación endeble
Aun cuando no existieran factores de inestabilidad, no hay evidencia científica que justifique la remoción del estatus original de la loma. “Es una vergüenza que el gobierno del estado fundamente la abrogación del decreto en un documento sin el menor rigor científico”, opinó la investigadora del CIEco, Ek del Val sobre el estudio técnico justificativo que utilizó la Secretaría de Urbanismo y Medio Ambiente (SUMA) para determinar el cambio a Zona de Restauración y Protección Ambiental.
Del Val señaló que a pesar de que el argumento público para restar área y desproteger la zona fue la degradación de ésta, en el documento nunca se evidencia el hecho.
“En todo caso, la degradación resultaría responsabilidad de las autoridades, porque estaban obligadas a conservar el sitio a través de un plan de manejo que nunca se realizó. Y aún con el deterioro, la figura original de Área Natural Protegida contempla las acciones de restauración”, reafirmó.
En detrimento
En relación con el impacto natural, el maestro en Ciencias también del CIEco, Jorge Rodríguez, explicó que el gobierno del estado no ha dimensionado el daño a la biodiversidad. “Se identifican por lo menos ocho variedades de encinos, en comunidades de la parte media y alta de la loma, lo cual es muy rico para la dimensión del área. Además, está documentada la existencia de especies endémicas y en el lugar, también se han encontrado organismos considerados nuevos para la ciencia, plantas vasculares como la gramíneas que es axonopus, un arbusto sexmenia, y un encino quercus”, detalló Jorge Rodríguez.
La vulneración al área repercutirá además en la concentración de contaminantes en la zona urbana, detalló el investigador ante la evidente interrupción de las funciones de la vegetación. “Cuando se intentó el proyecto del megatúnel, tan sólo con el impacto que se hubiera tenido por la destrucción de dos kilómetros de la obra, se habrían impactado a más de 966 individuos vegetales. De esta forma se habrían dejado de absorber cinco toneladas de dióxido de carbono por año”, afirmó el investigador, recalcando que estas proporciones de daño, aterrizadas en el proyecto de la “Prolongación Avenida Amalia Solórzano”, por lo menos se duplicarían por las proporciones de la vialidad.
Los especialistas reunidos indicaron la existencia de alternativas que incluso la administración pública ya ha consensuado con la academia. Tal es el caso de la continuación de la avenida de Las Torres, vialidad que conectaría en forma de circuito desde la Glorieta de Juan Pablo II y hasta la tienda Costco, por la zona de cables de alta tensión.
“El diseño de la vía integraría a las poblaciones rurales y a las colonias de bajos, medios y altos ingresos. De otra manera sólo se conecta de mall a mall”, explicó Patricia Ávila.